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Consultoría gerencial y su imperativo científico

Escrito por: Javier Rozo Bonilla, Consultor de Planeación Financiera en Rollup Consulting.

La consultoría gerencial es una actividad cuyos antecedentes se remontan al siglo XVIII cuando el cargo de gerencia empieza a ser un campo de estudio en sí mismo. Desde esa época hasta ahora se han consolidado importantes firmas en este mercado, en donde la demanda por sus servicios ha sido creciente al constituirse como aliados estratégicos en la solución de problemas y retos que deben enfrentar grandes compañías ante los cambios del contexto económico.

Quizás uno de los aspectos de mayor relevancia para las empresas a nivel global durante las dos últimas décadas ha consistido en la adopción de nuevas tecnologías en sus diferentes campos de acción, las cuales incluyen estrategias de mercadeo, análisis financiero, procedimientos contables, gestión de personal, etc. Los servicios de consultoría no han sido ajenos a estas circunstancias, y en particular para la Consultoría Gerencial esto ha implicado escalar sus estándares de análisis y procesos de acompañamiento a las firmas contratantes. El problema de fondo que se pone en evidencia supera el espectro técnico que involucran las nuevas tecnologías y radica más en la conceptualización que tengan las firmas de consultoría respecto a su rol como asesores en la implementación de nuevos desarrollos tecnológicos.

En este sentido, resulta pertinente poner en consideración las valoraciones epistemológicas respecto a la producción de conocimiento científico que ha resultado del acelerado nivel de sofisticación de la llamada Inteligencia Artificial. De acuerdo con las consideraciones del eminente profesor Noam Chomsky, este tipo de tecnologías han privilegiado las deducciones que resultan del análisis probabilístico como criterio de validación científica, y en este sentido desconoce la capacidad explicativa de las teorías inelegibles que se gestaron a finales del siglo XVI y principios del XVII. Básicamente, a partir del inconmensurable nivel de información que actualmente se puede capturar y procesar, la Inteligencia Artificial puede proveer resultados sobre la causalidad de diferentes objetos de estudio, sin embargo, este alto nivel de análisis estadístico deja de lado la capacidad explicativa de las teorías que actualmente se enseñan en facultades de ciencia.

Antes de profundizar en los detalles del problema planteado anteriormente, resulta pertinente iniciar con aquellos aspectos relevantes en el desarrollo de una consultoría. Para ello resulta pertinente la conceptualización realizada por Arthur N. Turner en la Harvard Business Review, quien a partir entrevistas tanto a gerentes de compañías como a consultores logró identificar los siguientes aspectos relevantes para una efectiva consultoría:

1. Lo principal de una consultoría consiste en proveer información relevante

2. Solucionar los problemas que enfrenta el cliente

3. Realizar un diagnóstico, lo cual requiere de la redefinición del problema

4. Realizar recomendaciones basadas en un adecuado diagnóstico

5. Asistir en la implementación de las soluciones recomendadas

6. Establecer consensos y compromisos alrededor de acciones colectivas

7. Facilitar el aprendizaje del cliente, lo cual implica enseñar al cliente formas de solucionar problemas similares que se presenten en el futuro.

8. Mejorar la efectividad de la compañía de manera permanente

Si bien todos los aspectos mencionados anteriormente resultan de gran relevancia, la 4 y la 5 requieren un tratamiento especial en relación con la implementación de nuevas tecnologías, entendidas no como la automatización de procesos, sino en la oportunidad de facilitar nuevas formas de hacer negocios. De acuerdo con un artículo de MIT Sloan Management Review de marzo de 2022 sobre supuestos que los líderes deben replantearse cuando se habla de transformación digital, dos aspectos resaltan:

Primero, abordar el cambio como un reto tecnológico es un supuesto peligroso, porque aunque parece intuitivo, realmente el reto está en que el negocio se beneficie de la tecnología, esta por sí sola no representa un cambio. La transformación es más compleja e importante que la tecnología en sí misma.

Segundo, aunque una unidad separada y con foco puede ayudar, si el área de tecnología y las demás áreas de negocio no trabajan coordinadamente, la creación de un área dedicada en las tareas de transformación no hace la diferencia. Resultará más relevante la cultura corporativa frente a la transformación digital y las prioridades gerenciales, aquellas que hacen la diferencia al momento de lograr cambios importantes.

Así que a pesar del progresivo reconocimiento de la necesidad de adoptar nuevas tecnologías digitales, las compañías carecen tanto de la capacidad gerencial como de la experiencia para llegar a transformaciones efectivas. De esta manera, los ejecutivos de las firmas ven el alto potencial transformador de emplear tecnologías digitales, sin embargo, desconocen cómo a partir de estas puedan llegar a obtener resultados concretos.

En este contexto, las firmas de consultoría juegan un rol fundamental al momento de acompañar aquellas compañías que lidian con procesos internos de transformación digital. Así como las posibilidades tecnológicas pueden llegar a disipar el curso del desarrollo científico, resultaría inconveniente que la práctica de la consultoría se pierda en aspectos técnicos que se limite a la efectiva implementación de sistemas operativos más eficientes. Por el contrario, la consultoría deberá propender por tener una visión integral del negocio de sus clientes, para que a la luz de nuevos avances tecnológicos se formulen cambios estratégicos que mejore el desempeño de las empresas desde un enfoque integral.

De esta manera, el enfoque del consultor deberá trascender del problema operativo que le plantee su cliente, para ir a una visión más general de las causas y factores que a nivel corporativo puedan estar ocurriendo, y de esta manera integrar la tecnología no como un fin sino como un medio. Si bien la idea no sería convertir las empresas de consultoría en centros de investigación, esta transición tecnológica sí implica los mayores estándares de conocimiento no solo tecnológico, sino también científico. Es decir, las empresas de consultoría deberían estar en capacidad de llegar a una comprensión integral de las dificultades de fondo que enfrentan las firmas, para brindar soluciones efectivas, conocimiento, y fortalecimiento de capacidades de sus clientes.

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